A principios de los setenta, uno andaba emigrado en tierras helvéticas, como tantos paisanos de Ourense. En ese momento, cualquier viandante que pasara a cualquier hora por la plaza de Cornavin, la de la estación de ferrocarril de Ginebra, quedaría algo más que sorprendido: allí se hablaba más gallego que francés.
En esa época ya era frecuente que la gente joven se desplazase para ver un poco de mundo. Y, cómo no, entre otras cosas la peña se movía para ver conciertos. En un breve espacio de tiempo pasaron por allí figuras soñadas: Memphis Slim, el patriarca del blues, el maravilloso combo de Carlos Santana o los nunca bien ponderados Led Zeppelin. Como ven, un abanico de posibilidades enorme, en cuanto a gustos o filias musicales se pueda uno referir. Si lo completamoscon el personal francófono que cumplía otro tipo –puede que más crucial– de papel, como en el caso de Georges Brassens, tendrán claro que Ginebra volvía a tener la importancia estratégica a nivel europeo que había tenido en tiempos de uno de sus hijos predilectos: Jean Jacques Rousseau. Y, de hecho, siguió siendo un sitio modélico a cualquier efecto durante décadas. Pues bien. Allí también se producían declaraciones explosivas y confrontaciones entre seguidores del rock&roll.
JIMMY Y SUS ANCESTROS
Tras la actuación de los Lez Zeppelin en esa época, las revistas dieron buena cuenta de las impresiones de los músicos sobre el país, sus gentes y sus gustos personales. John Bonham aceptaba más todo aquello de la comida a base de quesos fundidos (la gloriosa fondue o la raclette) y Jimmy Page, mucho más caballero inglés (no por muy satánico que uno sea ha de abandonar la tradición, naturalmente), prefería las percas del lago Léman.
Lo bueno fue lo que dijo de sus influencias. Una, que ya había repetido hasta la saciedad, tenía que ver con su técnica como guitarrista. Decía que no sólo él, sino Clapton y Jeff Beck, compañeros en andaduras tan prestigiosas como los Yardbirds, eran discípulos de Bert Jansch, el enternecedor y gigantesco músico de The Pentangle. Otras influencias iban encaminadas hacia el blues tradicional, como todo el mundo sabe. Pero, y aquí viene lo bueno, una de sus figuras luz había sido siempre Alice Cooper, alguien a quien no conocía nadie por aquél entonces. Sin embargo, llevaba manteniendo una carrera de prestigio en Estados Unidos desde 1964, unido a un grupo de músicos que iba cambiando constantemente. Por sus filas pasó Duane Hitchings, y Vinnie Moore, y Hugh McDonald, y tantos otros. Es decir: acabó por ser una escuela semejante a la de Mayall, que acababa surtiendo músicos para todo el mundo.
Justo en ese momento salió el famoso disco "School’s Out", envuelto en una braga, bajo un pupitre que se abría...
El resto ya es Historia.
Por X. Fernandez
Fuente:
http://ocio.elcorreogallego.es/ocio/musica/ecg/sexo-drogas-rock-alice-cooper/idEdicion-2010-11-21/idNoticia-612476/
En esa época ya era frecuente que la gente joven se desplazase para ver un poco de mundo. Y, cómo no, entre otras cosas la peña se movía para ver conciertos. En un breve espacio de tiempo pasaron por allí figuras soñadas: Memphis Slim, el patriarca del blues, el maravilloso combo de Carlos Santana o los nunca bien ponderados Led Zeppelin. Como ven, un abanico de posibilidades enorme, en cuanto a gustos o filias musicales se pueda uno referir. Si lo completamoscon el personal francófono que cumplía otro tipo –puede que más crucial– de papel, como en el caso de Georges Brassens, tendrán claro que Ginebra volvía a tener la importancia estratégica a nivel europeo que había tenido en tiempos de uno de sus hijos predilectos: Jean Jacques Rousseau. Y, de hecho, siguió siendo un sitio modélico a cualquier efecto durante décadas. Pues bien. Allí también se producían declaraciones explosivas y confrontaciones entre seguidores del rock&roll.
JIMMY Y SUS ANCESTROS
Tras la actuación de los Lez Zeppelin en esa época, las revistas dieron buena cuenta de las impresiones de los músicos sobre el país, sus gentes y sus gustos personales. John Bonham aceptaba más todo aquello de la comida a base de quesos fundidos (la gloriosa fondue o la raclette) y Jimmy Page, mucho más caballero inglés (no por muy satánico que uno sea ha de abandonar la tradición, naturalmente), prefería las percas del lago Léman.
Lo bueno fue lo que dijo de sus influencias. Una, que ya había repetido hasta la saciedad, tenía que ver con su técnica como guitarrista. Decía que no sólo él, sino Clapton y Jeff Beck, compañeros en andaduras tan prestigiosas como los Yardbirds, eran discípulos de Bert Jansch, el enternecedor y gigantesco músico de The Pentangle. Otras influencias iban encaminadas hacia el blues tradicional, como todo el mundo sabe. Pero, y aquí viene lo bueno, una de sus figuras luz había sido siempre Alice Cooper, alguien a quien no conocía nadie por aquél entonces. Sin embargo, llevaba manteniendo una carrera de prestigio en Estados Unidos desde 1964, unido a un grupo de músicos que iba cambiando constantemente. Por sus filas pasó Duane Hitchings, y Vinnie Moore, y Hugh McDonald, y tantos otros. Es decir: acabó por ser una escuela semejante a la de Mayall, que acababa surtiendo músicos para todo el mundo.
Justo en ese momento salió el famoso disco "School’s Out", envuelto en una braga, bajo un pupitre que se abría...
El resto ya es Historia.
Por X. Fernandez
Fuente:
http://ocio.elcorreogallego.es/ocio/musica/ecg/sexo-drogas-rock-alice-cooper/idEdicion-2010-11-21/idNoticia-612476/
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