Cronica de un cantante, un estilo y el peligroA los nueve o diez años se me abrieron las puertas del Infierno.
No es una forma de hablar, si no más bien una manera de verlo, un punto de vista. No es literal, pero casi. A esa edad llegó a mis manos un cd pirata sin portada y con solo cuatro palabras escritas en rotulador negro: Marilyn Manson; Holy Wood.
Entonces no lo sabía, pero a lo que me estaba acercando se le denimonaba "peligroso". El mundo adulto era una masa informe de peligros esperando a la vuelta de cada esquina. Música que no debías escuchar, ropa que no debías llevar y cosas que no debías decir. Ser adulto simbolizaba, y sigue simbolizando hoy en día, el renunciar a lo que quieres hacer por lo que debes hacer. Y aquel disco que llegó a mis manos era el primer paso para verme metido de lleno en "el mal camino".
Cuando empecé a escuchar aquella música, mi primera reacción fue sorpresa. No tenía ni idea de que existía música así: una mezcla de exhibicionismo, simbolismo demoníaco y rebeldía. A diferencia de muchos otros, mis padres no se asustaron del cambio que fue operando en mí. A medida que escuchaba aquel misterioso disco, me interesaba más por aquella voz, hasta que un día vi una fotogafía suya en un periódico. Y el responsable de aquella música liberadora y rebelde era un tipo flaco, maquillado de blanco y con una lentilla blanca en el ojo.
A medida que fui creciendo, Marilyn Manson me acompañó en el instituto. Él nunca me criticaba, no se enfadaba si sacaba malas notas, ni se reía porque con once años me vistiese de negro y quisiera pintarme las uñas. Sólo tenía que poner uno de sus discos, y entonces me sentía bien. Cuando escuché Antichrist Superstar por primera vez, el mundo adulto ya no era un misterio para mí. A los doce años sabía lo que era el sexo, la sodomía, la autoflagelación y el onanismo. A los doce años, el mundo prohibido de los adultos ya no tenía misterio para mí. Volvía a casa y Marilyn Manson era mi nana antes de meterme en la cama, me sentaba frente a la tele y buscaba sus macabros videoclips en la MTV. Mi ídolo a seguir era Mr. Manson. Y, por suerte, mis padres me dejaron descubrir el mundo a través de aquella música.
Ahora, con casi veinte años, Marilyn Manson es casi un conocido para mí. No le he visto nunca en persona, ni he escuchado su voz nunca sino a través del reproductor. Y sin embargo, le conozco tanto como a mí mismo. Aunque nunca le haya visto, le debo mi adolescencia, mi juventud, y muy posiblemente mi interés por la escritura. Aunque nunca he conocido a Marilyn Manson, sé que mi vida no sería la misma sin él.
No es una forma de hablar, si no más bien una manera de verlo, un punto de vista. No es literal, pero casi. A esa edad llegó a mis manos un cd pirata sin portada y con solo cuatro palabras escritas en rotulador negro: Marilyn Manson; Holy Wood.
Entonces no lo sabía, pero a lo que me estaba acercando se le denimonaba "peligroso". El mundo adulto era una masa informe de peligros esperando a la vuelta de cada esquina. Música que no debías escuchar, ropa que no debías llevar y cosas que no debías decir. Ser adulto simbolizaba, y sigue simbolizando hoy en día, el renunciar a lo que quieres hacer por lo que debes hacer. Y aquel disco que llegó a mis manos era el primer paso para verme metido de lleno en "el mal camino".
Cuando empecé a escuchar aquella música, mi primera reacción fue sorpresa. No tenía ni idea de que existía música así: una mezcla de exhibicionismo, simbolismo demoníaco y rebeldía. A diferencia de muchos otros, mis padres no se asustaron del cambio que fue operando en mí. A medida que escuchaba aquel misterioso disco, me interesaba más por aquella voz, hasta que un día vi una fotogafía suya en un periódico. Y el responsable de aquella música liberadora y rebelde era un tipo flaco, maquillado de blanco y con una lentilla blanca en el ojo.
A medida que fui creciendo, Marilyn Manson me acompañó en el instituto. Él nunca me criticaba, no se enfadaba si sacaba malas notas, ni se reía porque con once años me vistiese de negro y quisiera pintarme las uñas. Sólo tenía que poner uno de sus discos, y entonces me sentía bien. Cuando escuché Antichrist Superstar por primera vez, el mundo adulto ya no era un misterio para mí. A los doce años sabía lo que era el sexo, la sodomía, la autoflagelación y el onanismo. A los doce años, el mundo prohibido de los adultos ya no tenía misterio para mí. Volvía a casa y Marilyn Manson era mi nana antes de meterme en la cama, me sentaba frente a la tele y buscaba sus macabros videoclips en la MTV. Mi ídolo a seguir era Mr. Manson. Y, por suerte, mis padres me dejaron descubrir el mundo a través de aquella música.
Ahora, con casi veinte años, Marilyn Manson es casi un conocido para mí. No le he visto nunca en persona, ni he escuchado su voz nunca sino a través del reproductor. Y sin embargo, le conozco tanto como a mí mismo. Aunque nunca le haya visto, le debo mi adolescencia, mi juventud, y muy posiblemente mi interés por la escritura. Aunque nunca he conocido a Marilyn Manson, sé que mi vida no sería la misma sin él.
O O O O O
Muchisimas gracias a Francisco Espinoza http://www.frankespinosa.tk/ por enviar esa muy genial e interesante cronica.
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