domingo, 28 de noviembre de 2010

Una Noche Particular - Un Gran Cuento de C.L.D.

Las vibrantes luces de colores invadían todo el lugar.

Se podía sentir el éxtasis juvenil, la efímera libertad del momento, el maravillo placer de sentirse invencible solo por un instante, pero que para ellos valía toda una vida.

Yo también me había sentido así en un ,no muy lejano, ayer; aunque quien no se siente así a los 18 años, conociendo todo el nuevo mundo que podía entregarte la noche a cambio de un poco de tu cordura y total entrega de tus sentidos, pero eso ya era tiempo pasado.

Ahora las cosas eran diferentes y si yo estaba mezclándome con toda esta nueva generación de adictos era porque venía a cuidarlos, o mejor dicho, a cuidarlo.

Toda una noche en un Pub ubicado en el centro de Santiago, repleto de todo tipo de personas, pero yo solo me mantenía en una esquina, observando que todo estuviera bien y disfrutando de todo lo que podría entregarme esa noche, una copa de whisky.

Recibí muchas insinuaciones e invitaciones no muy decorosas, pero nada me interesaba, solo ella.

Ella, solo ella, llamó mi atención.

Se mantenía en el centro de la pista bailando al ritmo de la música completamente sola, disfrutando de cada nota.

La observé por mucho tiempo. Muchos hombres se le habían acercado, pero ella los había ignorado completamente. No existía nada ahí que no fuera la música con la que parecía conectarse.

Nunca había visto a nadie moverse así; no se podría decir que ella siguiera el ritmo, mas bien la música se adecuaba a sus movimientos, si, eso si seria una descripción más exacta y a pesar de esto no lograba describir lo mágico de su presencia.

Me mantuve en el mismo lugar por casi dos horas, en las cuales había visto de todo y oído de todo, pero mi mente seguía con esa chica desconocida que bailaba sin preocupaciones.

Una canción lenta comenzó a sonar y muchos aprovecharon para ir a tomar algo, mientras las parejas aprovechaban el momento para disfrutar un poco de la intimidad que se les era otorgada. Ella fue la única que no se movió de la pista, sin importarle la falta de acompañante.

Se meneaba lentamente y disfrutaba del ritmo con los ojos cerrados. Sus manos se entrelazaban por su pelo castaño y el vestido rojo que la cubría se movía al son de sus movimientos dando a relucir lo hermoso de su figura.

Yo seguía cada uno de sus pasos detenidamente, pero no me movía de mi puesto.

Como si sintiera mi mirada sobresaliente entre el resto de la multitud se volteó en mi dirección y fijó sus penetrantes ojos verdes en mi.

Siguió moviéndose sensualmente, pero ahora bailaba solo para mí.

Nuestras miradas estaban conectadas y no se soltaban ni por un segundo.

Un corto paso en mi dirección me advirtió sus intensiones y justo en el momento en que me disponía a seguirla, mi señal apareció.

Un pequeño escándalo se estaba originando en la entrada.

Despegue por un momento la mirada de la chica y volteé hacia allá. Era justo lo que esperaba.

Maldije en mi interior y volví a girar la mirada.

La chica miraba la entrada inexpresiva.

Sus ojos volvieron a mí y por un momento creí que lograría la misma conexión que hace unos instantes, pero ella no lo permitió.

Cerró los ojos y volvió a bailar como si nada, como si yo solo fuera uno de los cientos de tipos que acostumbraba mirarla cada noche y ella ignoraba premeditadamente.

Me quedé unos segundos más pendiente de cada uno de sus movimientos, esperando alguna señal de ella, algo que me dijera que esos efímeros minutos de complicidad entre nosotros si habían existido y que no solo había sido producto de mi imaginación y los tragos ingeridos, pero nada, ella siguió con su rutina de toda la noche.

Camine rápidamente a la entrada y tranquilice a todos, tomé al hijito de papi al que debía cuidar y salí, pero un gesto, un pequeño instante de toda esa noche será el que no lograré olvidar.

Justo antes de salir volteé nuevamente mí mirada a esa desconocida que atrajo toda mi atención, sus ojos estaban fijamente en mí y ya no movía ni una parte de su cuerpo.

“Hasta luego” susurró y volvió a cerrar a los ojos.

No seria nuestra última oportunidad juntos, eso era seguro.

Salí del bar dejando atrás la música, las luces…el baile.

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