Hace ya más de 30 años que Vivienne Westwood inventó la moda punk como tal, subiendo a las pasarelas y llevando a las revistas una estética agresiva, rompedora y antisistema, que conquistó no sólo a los seguidores de los Sex Pistols, sino que imprimió un nuevo carácter a la sociedad británica de finales de los 70. Desde entonces, la diseñadora se ha mantenido siempre fiel a su manera de entender el mundo y la moda, y de ahí que se haya labrado muchos amigos por el camino.
Ayer reunió a un pequeño grupo de ellos en la inauguración de su nueva «flagship store» (o lo que es lo mismo, su nuevo buque insignia) en Los Ángeles. Unos 600 metros cuadrados repletos de extravagancia que muchas estrellas de Hollywood quisieron conocer.
Westwood se rodeó de actrices como Mischa Barton o Kristin Davis; iconos como Dita von Teese (acompañada por su estupendo Marie Louis de Castelbajac); el ex marido de la pin up (y uno de los personajes más extraños del «star system») Marilyn Manson; la exuberante Christina Hendricks; o, Malin Ackerman. Moda y carácter a partes iguales.
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