martes, 27 de marzo de 2012

Carta Abierta sobre Responsabilidad de Jerarcas de Iglesias Cristianas en el Crimen contra Daniel Zamudio en Chile


"Lamento profundamente la situación en la que se encuentra Daniel Zamudio y su familia. Todos estamos de acuerdo en que se trata de un acto de violencia Irracional y desmedida que ninguna diferencia ideológica, política o religiosa justifica. Y duele doblemente, para quienes confesamos algún credo, el que este tipo de violencia encuentre eco en las iglesias cristianas. No existe ninguna justificación bíblica ni teológica para promover el odio hacia los homosexuales. Los creyentes que defienden su propia (in)conciencia, haciendo uso de textos bíblicos e "inspiraciones espirituales" para denostar, perseguir y rechazar a las personas por su orientación sexual, no son creyentes, sino fanáticos religiosos. Es de un dolor tremendo escuchar el doble discurso de pastores y sacerdotes que dicen no ser homofóbicos o que no promueven el odio, para luego usar el púlpito con discursos inflamados de odio y condena, distorsionando el mensaje de Cristo, deformando la conciencia de quienes les oyen. Sin embargo son más, muchos más, aquellos creyentes que no están de acuerdo con las declaraciones de sus pastores y sacerdotes. Muchos más los que consideran que por sobre cualquier otra afirmación, el amor incondicional al prójimo es la única regla para medir nuestro accionar en la vida diaria. Efectivamente, sólo el "amor que se tienen unos a otros" es el signo visible con el cual se podrá "identificar" a los verdaderos cristianos. Y es claro que esa señal no tiene valor si se aplica únicamente a nuestros hermanos en la fe; "qué hay de bueno en amar únicamente aquellos que nos aman". Debemos amar y respetar con sincero corazón aquellos que no piensan, creen o actúan como nosotros. Los no creyentes encuentran muchos motivos para afirmar que las iglesias cristianas son responsables directas en la génesis de la homofobia y la violencia que de ella se deriva. Ese tipo de afirmación provoca mucha tristeza, pero no está muy lejos de la verdad. Los pastores y sacerdotes cristianos, la jerarquía oficial de estas iglesias, deberán hacerse responsable del descrédito en que han caído, al empañar el rostro de un Dios que es predicado como amor incondicional. Pero es más urgente aún que todos los creyentes que no comparten las afirmaciones homofóbicas de sus líderes espirituales, hagan oír su molestia, indignación y oposición a tales afirmaciones. Debemos animar y promover el diálogo, pero no habrá diálogo si los fieles no son capaces de cuestionar lo que afirman sus autoridades, si no son capaces de entrar en un camino de diálogo, buscando una mayor comprensión de la esencia del mensaje cristiano. No debemos olvidar que este camino hacia el conocimiento de la verdad plena no puede quedar únicamente en manos de los líderes religiosos; debe ser una búsqueda personal y colectiva sobre aquella verdad central a la revelación cristiana: el mandamiento de “amar al prójimo como a sí mismo”, ya que nadie puede amarse a sí mismo si odia a su hermano. Pido a todos los que profesan algún credo y participan en alguna comunidad, que con amor y respeto, pero también con fuerza y claridad, manifiesten su descontento y su deseo de profundizar de manera concreta el mandamiento de amor universal entregado por Jesucristo, a quien hemos visto encarnado en la persona de Daniel Zamudio, padeciendo en su propio cuerpo el odio, la violencia y la incomprensión."

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