viernes, 13 de octubre de 2017
Rockaxis Reseña Heaven Upside Down
Desde que el Reverendo Manson dio por concluida su trilogía en reversa compuesta por “Holy Wood” (2000), “Mechanical Animals” (1998) y “Antichrist Superstar” (1996) que sus discípulos han estado esperando una segunda venida. Aunque en sus trabajos posteriores siguieron existiendo arranques de inspiración (‘This Is The New Shit’, ‘Just A Car Crash Away’, ‘Devour’, ‘Hey, Cruel World…’), ninguno de ellos contaba con la cohesión de “El Tríptico” -como los estudiosos de su palabra llaman a su obra magna. En “The Pale Emperor” (2015), su primer álbum elaborado junto a Tyler Bates, Manson rescató el germen de blues negro e industrial que latía en ‘Four Rusted Horses’, de “The High End Of Low” (“todos vendrán a mi funeral para asegurarse de que estoy bien muerto”, cantaba en aquella ocasión), y lo amplificó, entregando un sonido más rasposo, claramente más enfocado, pero aún falto de carácter en la cuenta final. En este nuevo “Heaven Upside Down”, ya a pasos de cumplir 50 años, el Señor Superestrella sigue aliado con Bates, y toma algo del óxido campirano de aquel antecesor inmediato, así como también de los elementos más punk de “Born Villain” (¿recuerdan como emulaba a Cobain en ‘Overneath the Path of Misery’?), tallando una poderosa alquimia -inicialmente definida por él mismo como ‘Death Country’- y delineando un álbum sólido a la vieja escuela (10 cortes en 50 minutos), reclamando como suyo nuevamente el ímpetu y el fuego. Junto con su intacta predilección por los bizarros juegos de palabras (la frase “Cocaine and Abel” es una de los mejores), se mantiene, por supuesto, su afán por ridiculizar el siempre delirante conservadurismo doble standard norteamericano y la religión. En el rock oblicuo y ministriano de ‘Revelation #12’ -otro guiño más a los Fab4 en su catálogo- ironiza con las patrañas antimigratorias de Trump diciendo “este es el momento para los Estados Unidos, pintaremos el pueblo de color rojo con la sangre de los turistas”, y en ‘SAY10’ (originalmente el título del disco), escupe para el bronce “una corona de espinas es difícil de tragar”. Musicalmente, aquí coexisten elementos del glam distópico de “Mechanical Animals” (en la aplastante ‘Tattooed In Reverse’), la impulsividad industrial de “Antichrist Superstar” (en el excelente primer single ‘WE KNOW WHERE YOU FUCKING LIVE’), darkwave depechemodeiano (en la epidémica ‘KILL4ME’) y el lado más perverso y sentimental de Manson (ese de “Eat Me, Drink Me”, su “Blood On the Tracks” personal) en la tríada final conformada por ‘Blood Honey’, la titular ‘Heaven Upside Down’ y la bowiesca y afectada ‘Threats of Romance’. Si hay que elegir un momento cúlmine, ese es ‘Saturnalia’ -su propio ‘Bela Lugosi’s Dead’-, un monolito trazado con un bajo viscoso, una atmósfera narcótica, y la garganta del Reverendo al máximo. Su reverso, y único traspié, se llama ‘JE$U$ CRI$I$’. Obvia, reiterativa, e incluso, para los estándares de Brian Warner, cliché (“hago canciones para culear y para pelear. Si quieres pelear, te hago la pelea. Si quieres culear, te culeo. Pero decídete o decido por tí”), ésta es la cruz con que carga el mejor álbum de Manson en una década. No nos hagamos de rogar, y demos gracias por esta bendición. No está de más recordar las palabras que él mismo pronunció hace casi veinte años atrás: “I’m not in love but I’m gonna fuck you ‘til somebody better comes along”.
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