Dejemóslo claro de entrada: “Eat Me, Drink Me” no es el sexto disco de Marilyn Manson, sino que es el primer disco solista de Brian Warner. Claro, por fin a sus 38 años, el personaje deja salir a la persona, al ser humano; que por primera vez se muestra frágil y vulnerable. Al fin y al cabo, todos tenemos nuestro corazoncito, aunque sea en lo más profundo de nuestro ser.Por supuesto, Warner tiene un contrato discográfico con su sello, y el contrato estipula que las obras deben ser entregadas por Marilyn Manson, el artista. Por ello, la placa sale con ese rótulo, pero ni siquiera la banda de Manson tuvo participación alguna en esta grabación: todo fue escrito, compuesto y grabado por Brian Warner y el sueco Tim Skold (ex Shotgun Messiah), su mano derecha desde la partida de Twiggy Ramirez (hoy en Nine Inch Nails). Así que los que esperen el ya clásico sonido visceralmente industrial de su discos anteriores, se pueden ir olvidando. Musicalmente, lo que encontramos en “Eat Me, Drink Me” es esa amalgama de rock/pop de los 70’s a los Queen/Bowie aderezado y pasado por el filtro gótico y electrónico de Manson. Quizás los puntos de mayor concomitancia con el pasado musical de Manson, es que los temas más calmos y tranquilos recuerdan al material reflexivo y profundo que abundaba en “Mechanical Animals”Pero a pesar de este contexto y de lo diferente que pueden sonar las nuevas canciones, personalmente creo que ante todo, “Eat Me, Drink Me” es un disco muy interesante, no sólo en lo musical, sino también por el contenido cien por ciento autobiográfico de su lírica. Para mí, Manson siempre ha sido un tipo extraordinariamente inteligente y culto, con una visión tremendamente humanista y liberal de la vida y la sociedad, ni hablar de su visión de las instituciones establecidas mediante el terror como la Iglesia. Quizás por lo mismo, todo lo que haga o diga siempre está rodeado por una gran polémica y se transformó en el heredero natural para el establishment gringo, cuando éstos se dieron cuenta que Manson era “más peligroso ideológicamente” que Ozzy Osbourne, otrora enemigo público Nº 1 en los States. Por ello, todo el leit motiv de este álbum tiene nombre y apellido: Dita Von Teese, su ex esposa. Warner juraba que era la mujer de su vida y no dudó en pedirle a su amigo Jodorowsky que los casara. Pero la bomba sexy con infartante look de diva de pin-up a lo Betty Boop de la segunda guerra mundial, simplemente estaba disolviendo la verdadera personalidad de Warner, hasta el punto de llegar a sentirse un extraño en su propia casa o lo que es peor, en su propio cuerpo. ¿Quién soy finalmente, Brian Warner o Marilyn Manson? ¿O la suma de ambos? ¿Dónde empieza la vida de uno y termina la del otro? Muchas dudas existenciales y emocionales y todos los miedos que Warner nunca había experimentado en su vida, se reflejan sin filtros en las letras de las canciones, y es precisamente desde esa perspectiva, donde el disco me parece más valioso. Quizás no sea el mejor disco de Manson en su carrera, pero difícilmente llegue a grabar otro más auténtico y real que éste.Musicalmente, lo mejor de la placa es la voz cargada de emociones de Manson, es la protagonista absoluta del disco y catalizador de toda la intensidad de la misma. Realmente el tipo están cantando en forma soberbia y sin recurrir a gritos ni estridencias, te sacude la espina dorsal. ‘If i was your vampire’ inicia el álbum de forma tan desnuda y desprolija, que conmueve enseguida, su guitarra solista es brillantemente simple, pero tremendamente emotiva, redondeando un gran track. ‘Putting holes in happiness’ sube la distorsión de las guitarras y tiene ese groove adictivo e infeccioso a lo ‘The dope show’ del “Mechanical”, en cambio ‘The red carpet grave’ es una oda al dolor profundo, al dolor que emana del alma, y en este caso es un dolor musicalizado en forma genial. ‘Ella dice que el infierno no es caliente’ (‘They said that hell’s not hot’, gran letra) y ‘Just a car crash away’ tienen un groove mucho más “dance” y bizarro, son esas canciones de Manson que se te meten bajo la piel como una infección y que luego ya no te puedes quitar de encima, ni hablar del primer single ‘Heart-shaped glasses (when the heart guides the hand), cuyo video ya encendió la polémica moralista, al, supuestamente, contener imágenes de sexo explícito de Manson con su nueva novia, una actriz de 19 años… Manson y la prensa, nada nuevo bajo el sol‘La mutilación es una sincera forma de adulación’ (‘Mutilation is the sincere form of flattery’), es otra canción genial por contenido lírico y musical, aquí Manson exorcisa todos sus demonios, donde grafica que en las más brutales imágenes de auto-mutilación, también puede existir belleza y cuanta razón tiene. ‘Eres tu el conejo?’ (‘Are you the rabbit?’) y ‘Tu, yo y el demonio hacemos 3’ (‘You and me and the devil makes 3’), continuan con la lucidez que sólo se encuentra cunado llegas al fondo de la más profunda de las depresiones.
En este caso la ironía de Warner/Manson es la catarsis necesaria para poder volver a recuperar a la persona y al personaje. El final con ‘Eat me, drink me’ (la canción), es todo lo tumultuoso, doloroso y opresivo que una letra como la del título podría enunciar. La voz de Manson está genial y el solo de guitarra es tan simple, extenso y crudo que te corta el aliento, esto es como un blues decadente, pero a la vez, es una de las mejores canciones nunca grabadas por Manson, es auténtica y personal, es una pequeña joyita que demuestra que en los estados más depresivos del ser humano aflora el arte más iluminado.Seguramente, este disco no es ni será lo que todo el mundo estaba esperando de Manson, y como todo lo que lo rodea, nunca ha estado exento de polémica desde que irrumpió con ese furibundo y verbalmente grosero “Portrait of american family” (’94). Pero le aseguro este disco no dejará indiferente a nadie. Los de mentalidad más abierta y que no sienten temor por los cambios lo amarán, otros lo odiarán como todo lo que ha hecho, pero para Manson nunca han existido las madias tintas, ni siquiera para quienes lo acusan de ser simplemente el apadrinado o el alumno aventajado de Trent Reznor de Nine Inch Nails. Pero por alguna razón que nunca he querido escudriñar para no romper la magia de lo indescifrable, siempre he disfrutado mucho más con los discos del alumno que del maestro, y ‘Eat Me, Drink Me’, en ningún caso, será la excepción a la regla.
Por Cristián Pavez
Mechanical Animals en vivo (2008)
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