miércoles, 11 de agosto de 2010

Evan Rachel Wood: Retrato de Una Diva Americana


Por La Nacion de Argentina

Se me permite el término sanguíneamente fría? Porque no parece haber una manera más apropiada para referirse a una actriz que, por un lado, tiene esa presencia férrea, inalcanzable pero que, por el otro, se apropia de cada papel con una esencia intempestiva. Quizás en el hecho de combinar ambas cualidades contrapuestas radique su encanto.

Cualquiera sea el caso, Evan Rachel Wood es una gran actriz. Lo fue desde el primer momento en que apareció en la serie Once and Again, cuyo personaje (Jessie Sammler) pasaba de ser la hija que padecía el divorcio de sus padres a una adolescente que exploraba la homosexualidad con su mejor amiga (acaso lo mejor que hizo Mischa Barton en toda su carrera, si no contamos The O.C.). Sorprendió que siendo tan chica - catorce años - Wood haya logrado que su personaje no solo conmueva por su indecisión sino también por su naturaleza apasionada.

Seguramente algo de ella misma habrá visto Nikki Reed en Wood porque eligió a la mejor compañera para A los trece, una de esas películas que solo se apartan de la mediocridad por su reparto. Allí, Evan era Tracy Louise Freeland, una joven que perdía el rumbo y cuya madre intentaba hacer lo imposible para comprenderla. Esa madre era nada menos que Holly Hunter. Y si hablamos de duelos actorales magnéticos, este debería incluirse en la lista (otro similar sería el de Susan Sarandon-Natalie Portman en Cambio de vida). Tracy resume un poco esa intersección de características de Wood a la hora de actuar, esa oscilación entre la fragilidad (sus personajes muchas veces están al borde del quiebre) y la explosión. Por esta película, la actriz fue nominada al Globo de Oro y Hollywood la empezó a mirar con otros ojos. Pero Wood no tiene ese no se qué prístino de Natalie Portman ni la simpatía de Anne Hathaway. Es otra cosa. Es un remolino atípico en la industria, alguien que nos pone incómodos y al mismo tiempo no podemos dejar de ver.


"Crecer en la pantalla es doloroso. Tuve que atravesar la pubertad con millones de personas mirando...solo espero tener una carrera como la de Jodie Foster, quien en cine pasó de niña a actriz adulta", declaró una vez Wood. Para lograrlo, a mediados del 2000 empezó a elegir papeles entre pertubados y excéntricos (como el de la despareja Recortes de mi vida, película con potencial desperdiciado) hasta más dóciles (el del fallido pero ambicioso musical beatle Across the Universe) e incluso su ferocidad se vio plasmada en el paisaje más bucólico-devenido-en-aterrador posible: el video "Wake Me up When September Ends" de Green Day, donde conoció a quien sería su pareja por un tiempo: Jamie "Billy Elliott" Bell, a quien dedicaría su segundo tatuaje. ¿El tercero? El tercero combinaría dos de sus fascinaciones: David Bowie y... Marilyn Manson.

La sangre puede ser romántica

Así parece creerlo Wood y así lo confesó cuando conoció al cantante Marilyn Manson para desestabilizar el matrimonio del músico con la talentosa Dita Von Teese. Durante dos años (2006-2008), Wood y Manson conformaron una pareja que buscaba causar extrañamiento, algo que claramente visualizaron para el video que grabaron juntos, "Heart-Shaped Glasses". "Lo hicimos para ambos, porque nos sentíamos muy enamorados el uno del otro. Al final del video estábamos cubiertos de sangre besándonos y ése fue uno de los momentos más románticos de toda mi vida". Pero no todo sería tan romántico después cuando, post-ruptura, Manson amenazó con matarla y habló pestes de Wood. Contra todos los pronósticos, ambos volvieron en el 2009 y para el 2010 ya estaban comprometidos. ¿Qué hay en el horizonte para la pareja? Una película sexploitation de David Gordon Green (un cineasta interesante con dos grandes películas, All the Real Girls y Undertow) que co-protagonizarán y en el que Manson hará de asesino serial. ¿El título? Splatter Sisters. Con esa premisa, habrá que verla.

Después de la sangre que caía a borbotones en esa versión freak de Lolita que fue el video de Manson, habría más sangre en el futuro profesional de Wood gracias al delirio televisivo de Alan Ball: True Blood. Sobre el final de la segunda temporada de la serie vampírica, apareció el personaje que muchos estábamos esperando, el de la Reina Sophie-Anne Leclerq. Wood venía de probar la neurosis fílmica con dos grandes (Woody Allen y Larry David) en Whatever Works y de ser la hija de Mickey Rourke en la visceral película de Darren Aronosfsky El luchador (rumor de romance con Rourke incluido), cuando Ball la llamó para el personaje de la Reina de Louisiana.
Muchos fans de la saga literaria de Charlaine Harris estaban esperando el momento en que Wood diera vida (si se permite tal contradicción) a la pelirroja vampira, controladora, amante del Yatzhee y de las mujeres jóvenes ("no disfruto del sexo con hombres desde la administración de Eisenhower", Sophie-Anne Dixit). Tal fue el éxito de su incursión - más allá de que ocasionalmente su actuación se volvía desbordada, incluso para los parámetros de True Blood - que Wood volvió para la tercera temporada.
Hay una escena de El luchador en la que Randy se disculpa con su hija Stephanie por un largo período de ausencia. Es uno de los grandes momentos de Mickey Rourke en la película y es también el momento consagratorio de Wood como actriz. Sanguíneamente fría. Sí, hay mucho de eso en esa charla en el muelle donde su personaje, a punto de quebrar en llanto y, al mismo tiempo, a punto de expulsar el rencor, lo mira a Randy y nos mira a nosotros. Allí, con tan solo 20 años, volvía a nacer una actriz extraordinaria que genera eso sobre lo que canta Jace Everett en "Bad Things", la cortina de True Blood: "When you came in, the air went out".




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